La mayor parte de la superficie del país está intervenida
por la mano de hombre y apenas queda vegetación natural. Tan sólo algunos
parques recientes protegen los escasos espacios naturales del país. En la
llanura litoral el suelo arenoso sólo permite la presencia de landas y
vegetación herbácea de escaso porte. En las zonas pantanosas aparecen turberas,
pero están polderizadas, por lo que apenas quedan restos de vegetación natural.
La campiña flamenca tiene una vegetación natural, también, de landas, pero es
una región enormemente intervenida. Desde el siglo XVIII se plantaron
coníferas, que formaron un bosque productivo sustituyendo, casi por completo, a
las landas. Pero estas coníferas prácticamente han desaparecido en favor de un
uso agrícola intensivo. Las mesetas limosas aparece, por fin, el bosque
caducifolio típico de Europa central, con robles y hayas. Se encuentra
entreverado por campos de cultivo y praderas de pasto. No obstante, aparece
claramente en los valles de los ríos y en las pendientes más acusadas. También
aparece el castaño, como especie introducida en la antigüedad y perfectamente
adaptada. En las Ardenas el bosque aparece claramente definido. Es la región
boscosa de Bélgica. Se trata del mismo bosque caducifolio de hayas, robles y
castaños. En las zonas más altas aparecen coníferas. En tiempos históricos
estos bosques han sufrido una intensa explotación humana, pero el abandono de
las actividades ganaderas y silvícolas ha permitido su recuperación natural. Los
bosques cubren un 22% de la superficie del país y las zonas de bosque se
utilizan principalmente para actividades recreativas. En los últimos años, se
ha desarrollado una repoblación con coníferas y las actividades silvícolas se
han incrementado; sin embargo, la madera se importa aún para la industria del
papel.
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